¡Tlacatle, cihuateuctzintle! yn tleyn choquiztlàtolli nimitzhualnohuiquililia, yn nonenepil àmo quìtoa. Ca huel tetlahuel totoneuh yn tleyn yc nimitznottilico, ca huel yc chichinacaz yn mixtzin, yn moyollotzin, yntla oticmocaquiti nel oc hualca yez ynic ticmottiliz ca axcan pehua yn momiquiztzin
¡Oh hombre! ¡Oh noble mujer! que [con] palabras gimientes te vengo a acompañar, [sin que] mi lengua diga nada. @+Según Ángel Ma. Garibay, “el Evangelio no nos habla de este encuentro, pero como es cierto que la Santísima Virgen estuvo al pie de la cruz, es muy probable que haya venido a unirse con el Señor desde el camino. No se puede precisar el momento de este hecho, y más probable es que haya sido cuando el grupo de las mujeres lloraba. En el libro Actos de Pilato se halla la noticia del encuentro. Es por tanto una tradición desde el siglo III ó IV. También en el Evangelio de Nicodemos, apócrifo”. Archivo Ángel Ma. Garibay, caja ll, exp. 7.-@ Por eso presenció lo que [representa] nuestro cruel dolor, poreso se afligirámucho tu venerado rostro, tu corazón, si escuchaste que realmente será mucho más lo que verás, pues ahora que comienza tu muerte