Aquí empiezan los cantos que se dicen llanos, a la manera de Huexotzinco. Así se sentían varoniles los señores huexotzincas que allí estaban asentados.cxxxii En tres partes así salen, así distribuidos estos cantos, cantos señoriales o cantos de águilas, cantos floridos, cantos de privación. Y así se toca el atabal: cuando un cencámatl [una palabra o conjunto de palabras¿una estrofa?] va acabando, todavía sobre él caen tres ti [¿golpes?] y cuando empieza es un solo ti. Y así regresa, justo en el momento que golpea al huéhuetl [atabal], y luego, para volver, la mano se aparta del huéhuetl. Continúa ella y cuando hay tres [golpes] en el centro del atabal, pasa a tocar en su orilla.cxxxiii Pero sobre eso se han de observar las manos de un cantor que sepa cómo se tañe. La primera vez y también por una vez, este canto se entonó en la casa de don Diego de León, gobernador de Azcapotzalco. Lo tocó don Francisco Plácido, en el año de 1551, en la fiesta de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. ±